sábado, 16 de enero de 2010

EL PROPÓSITO DE UN PERRO (por un niño de 6 años)

Una historia que hace raflexionar, la he leido en el foro de la protectora de animales y la queria compartir con vosotros.


¿El propósito de un perro?
(por un niño de 6 años).

Siendo veterinario, fui llamado para examinar a un Sabueso Irlandes de 10 años de edad llamado Belker. Los dueños del perro, Ron, su esposa Lisa y su pequeño Shane, estaban muy apegados a Belker, y esperaban un milagro.

Examiné a Belker y descubrí que estaba muriendo de cáncer. Dije a su familia que no podíamos hacer ya nada por Belker y me ofrecí para llevar cabo el procedimiento de eutanasia en su casa.

Hicimos los arreglos necesarios, Ron y Lisa dijeron que sería buena idea que el niño de 6 años, Shane, observara el suceso. Ellos sintieron que Shane podría aprender algo de la experiencia.

Al día siguiente, sentí la familiar sensación en mi garganta cuando Belker fue rodeado por la familia. Shane se veía tranquilo, acariciaba al perro por última vez, y yo me preguntaba si él comprendía lo que estaba pasando. En unos cuantos minutos Belker se quedó dormido pacíficamente para ya no despertar.

El pequeño niño pareció aceptar la transición de Belker sin ninguna dificultad o confusión. Nos sentamos todos por un momento preguntándonos el porqué del lamentable hecho de que la vida de las mascotas sea más corta que la de los humanos.

Shane, que había estado escuchando atentamente, dijo: ''Yo sé porqué.''

Sorprendidos, todos nos giramos para mirarle. Lo que dijo a continuación me maravilló, nunca he escuchado una explicación más reconfortante que ésta. En ese momento, cambió mi forma de ver la vida.

Dijo: ''La gente viene al mundo para aprender cómo vivir una buena vida, cómo amar a los demás todo el tiempo y ser buenas personas, ¿verdad?'' El niño de 6 años continuó: ''Bueno, como los perros ya saben como hacer todo eso, pues no tienen que quedarse por tanto tiempo como nosotros.''

Si un perro fuera tu maestro, aprenderías cosas como:

- Cuando tu gente llega a casa, corre a darles la bienvenida.
- Nunca dejes pasar una oportunidad para ir a pasear.
- Deja que la experiencia del aire fresco y del viento en tu cara sea de puro éxtasis.
- Échate la siesta.
- Estírate antes de levantarte.
- Corre, brinca y juega a diario.
- Mejora tu atención y deja que te toquen.
- Evita morder cuando un simple gruñido sería suficiente.
- En días cálidos, túmbate boca arriba en la hierba.
- Cuando haga mucho calor, toma mucha agua y túmbate bajo la sombra de un árbol.
- Cuando estés feliz, baila alrededor, y mueve todo tu cuerpo.
- Sé leal.
- Si lo que quieres está enterrado, escarba hasta que lo encuentres.
- Cuando alguien tenga un mal día, quédate en silencio, siéntate cerca y suavemente hazles sentir que estas ahí.

¡DISFRUTA CADA MOMENTO DE CADA DÍA!

miércoles, 6 de enero de 2010

LA ODISEA DEL RECICLAJE

Esta es una historia verídica que he recibido hoy a mi correo electrónico, es algo que le pasó a un amigo mio ayer y me parecía interesante compartirlo con vosotros. Este amigo se llama Jesús Cortés y también tiene su pagina web: www.labacapop.com

Cito textualmente el correo de mi amigo:

Ayer, noche de Reyes, viví un experimento improvisado que quizá tenga algo de mágico. Me dispuse a ir al encuentro de un amigo. Bien, como suelo hacer, y además es obligatorio, cogí de mi contenedor de residuos de papel y cartón una bolsa repleta con todos ellos y salí de mi casa tan contento con la firme decisión de depositarlos donde deben, es decir, en un contenedor azul.

El camino empezó por la mitad de la avenida del Mediterráneo (recinto ferial, Zapillo). Cogí la senda y pensé: ya me encontraré con algún contenedor adecuado. Realmente, la mente a veces te juega malas pasadas. Anduve y anduve hasta llegar a la calle Padre Méndez. Bueno, miremos por aquí, volví a pensar inocentemente. Seguía andando entre las re-renovadas calles del Plan E hasta llegar hasta la calle Poeta Paco Aquino. ¿Cuánto tiempo llevo andando ya? Esta bolsa ya me está empezando a pesar.

Sigamos todo recto. ¡Tiene que haber algún contenedor!, pensé. No encontraba muchas explicaciones a estar más de 30 minutos andando buscando un fantasma, pero todo eso cambió cuando me choqué con la gente y sus adorables criajos. ¡Claro, los Reyes Magos!, grité al cielo. En una noche de magia, los contenedores se han esfumado por obra y gracia de los monarcas de Oriente. Cogí esa explicación como el que se agarra a un clavo ardiendo. Pero, bueno, sigamos caminando entre el bullicio del gentío y los bombardeos de caramelos por la avenida Federico García Lorca hasta Alcalde Muñoz.

Con mi bolsa en la mano aún. No aguanto más. ¿Y si la tirara en ese arbolillo de mierda que han plantao después de talar los que había antes del Plan E? ¿Quién se iba a enterar?. Los cantos de sirenas me atacaban y estuve a punto de tirarla en un contenedor para plástico. Sin embargo, alguna diosa u odiosa me ayudó a seguir adelante. 45 minutos habían transcurrido ya. Recorrer entre sudores Alcalde Muñoz hasta Puerta de Purchena fue difícil, pero llegué.

Obviamente, en el centro neurálgico de la ciudad nunca iba a encontrar mi contenedor, esa ilusión, ese fantasma que ya me atormentaba. Ya sólo me faltaba la calle Regocijos. Mi última parada. ¿Qué haré si no lo encuentro? Pero, ¿realmente existe? ¿Alguien lo ha visto para que no persiga una sombra?. Ya dudaba de todo hasta que ¡al fin!: un contenedor azul se mostraba ante mí en toda su gloria. Después de más de 55 minutos andando lo había encontrado. No pude más que arrodillarme y besarlo apasionadamente. Hasta unas lágrimas brotaron de mí. Ahora comprendo mucho mejor a Ulises cuando regresó a Ítaca.