lunes, 19 de mayo de 2008

Inocencia en la mirada


La llegada de pateras a nuestras costas siempre es un acontecimiento triste, pero la llegada de esas pateras con bebés a bordo es aún más triste si cabe. El pasado jueves día 15, a eso de las once de la noche, mientras muchos españoles veían tranquilamente la tele o simplemente descansaban en sus casas, llegaba al puerto de Almería la lancha de salvamento marítimo con 75 inmigrantes a bordo, de los cuales 15 eran mujeres, una de ellas embarazada y 5 bebés. Esa noche fue dura para todos, los voluntarios de cruz roja no paramos, había que atenderlos a todos. Darles ropa seca, pues venían empapados, comida, bebida, mantas y algunos precisaban asistencia sanitaria. Esa noche, como decía fue dura, pero tan intensa que no teníamos tiempo para pensar en la tragedia que toda esta gente estaba viviendo.
Para mi lo duro comenzó al llegar a casa, cuando me puse a pensar en lo vivido esa noche, al día siguiente no se me iba de la cabeza la mirada del bebé al que yo atendí, un pequeño de tan solo once meses. Tenia una mirada muy expresiva, miraba hacia todos lados como diciendo, que esta pasando? Estaba entero mojado de agua y orina, pues en su país no tienen ni para pañales, tenia también signos de desnutrición. Si el supiera el duro viaje que acababa de finalizar, sus madres llevaban meses andando desde los países subsaharianos de los que procedían hasta llegar a la costa para coger una patera con la incertidumbre de saber si sobrevivirán al viaje.
En ese momento es cuando soy más consciente de lo importante del azar, de la suerte o la desgracia de nacer en un sitio u otro, es algo que no elegimos pero que determina nuestras vidas. Este niño con esa mirada tan inocente ya estaba marcado de por vida a la desgracia y eso no es justo. Esta reflexión la quería compartir con vosotros y sobretodo para la gente que no entiende que vengan aquí buscando oportunidades, que todos tenemos derecho a buscar nuestra supervivencia y estoy convencida que toda esa gente que opina lo contrario haría lo mismo si hubiesen nacido tan solo unos kilómetros mas abajo, pasado el estrecho. Que cerca esta la otra orilla, verdad? Y como habrían sido nuestras vidas de haber nacido al otro lado?

2 comentarios:

Luis Monroy dijo...

Maria que accion tan noble, me parece muy objetivo tu comentario, sensible, sensato.
Sabes a pesar de no poder articular aun el idioma de sus padres y menos el que nosotros hablamos, es ese lenguaje corporal el que determina nuestras emociones ya que este es universal.
Me encanta tu conciencia moral.
Creo que tu lo dices todo ya no hay nada mas que decir.

Anónimo dijo...

Bonita entrada, María.

Por cierto, te pongo un enlace en mi blog y tú me enlazas en el tuyo, ¿vale?

Un saludo, bicisocorrista.